12 abril 2016

Las bromelias del jardín

Vivir te mata ¿sabés? Así como también el cigarro mata y la mala vida e intentar ahogarte en una tina, eso te puede matar igual. Pero no me importa que hayan miles de situaciones riesgosas que pueden acabar con tu vida en un santiamén de segundos. Quiero que a pesar de todo me digas que te gustaría jugártela por mí.

Quiero que mi nombre sea lo primero que digas en la mañana y que tu cabeza recostada sobre mí me haga dormir las piernas, quiero que nos quedemos sin hablar por muchas horas y reírnos de lo incómodo que se hace el silencio cuando uno tiene hambre y el estómago lo grita. Quiero que me mientas cuando decís que te gusta todo conmigo, que soy la mejor jugando a las cartas, que te gusta incluso cuando no digo nada y te veo con una expectativa enorme,  yo sé que vos sabés que de ahí no pasamos y no me importa si mentís y decís que todo lo que necesitas está acá, justo al lado tuyo. 

Sé que no tengo ningún pasatiempo y que nunca terminé de aprender italiano, que me salí a la mitad del curso porque me fui de paseo con mis amigas y más nunca volví. Sé que no toco ningún instrumento y que a pesar que me regalaron de niña una guitarra, lo más que aprendí fue a componerte canciones cursis que quizás nadie nunca escuchará. No soy una musa de esas de las que todos quieren escribir, nunca le rompí el corazón a más de tres personas en toda la vida porque me lo rompieron a mí todas las veces necesarias para re afirmarme que me duele mucho todo, más de lo normal. 

Aprendí a hacer aquel truquito con las manos, ese que me enseñaste en casa de tu abuela, y esa es casi que mi carta de presentación en todo evento social. No soy buena para contar lo que me pasa y no escribo de la manera más poética. Los mensajes nunca te los contesto temprano e igual vos tampoco me los respondés a mí; nunca fui a clases de canto, no tengo idea de cómo socializar en fiestas grandes. Hace unos meses recién empecé a mirar a las personas a los ojos y sabés lo mucho que me cuesta ganar una discusión. Igual si obviaras todo lo que acabo de decir, soy la mejor jugando a las cartas. 

Quiero que la emoción de cruzarnos en un universo inmenso, con los corazones rotos y muchas ganas de amar, nos haga, tal vez, una mínima parte de esa población tambaleando por amor, esos que saben lo que quieren pero no lo buscan por el mismo temor que nos despierta a los dos todas las madrugadas.

Las posibilidades de cruzarnos en la vida son tan pocas y preciadas que me hacen querer decirte muchas cosas que quizás mañana me arrepienta, pero ¿quién soy yo para privarme de la libertad de expresión? Quiero que me quieras como yo te quiero y poder seguir siendo dos instantes de segundo que chocan y se convierten en partículas hermosas que adornan la ventana que da a tu jardín, el mismo jardín que decoramos juntos con bromelias, helechos y suspiros de entre tiempo. La vida es un instante que llega y nos despierta y luego se escapa sin titubear. 

Si vivir nos mata, entonces quiero que la muerte sea una consecuencia inocente de los dos.