12 julio 2016

Confesiones de los 23

Un día cuando ya estés superadísimo voy a escribir sobre vos, porque pasa que si escribo ahora, vas a pensar que todavía me importás un mundo y te juro que lo que más me importa en el mundo es que no pensés que te quiero de vuelta, porque no es verdad, de verdad, verdad, no te quiero cerca.

Estás muy superado en mi vida, porque pasa que te bloquee de toda red social donde te veía como una persona feliz, completa y que no me extrañabas ni un poquito, pero ¿cómo alguien que no tiene nada para cuidar va a extrañar la más mínima muestra de afecto? Imposible ¿No?

Pero me di cuenta que no estás tan superado, me duele ver tus fotos, me duele saber que estabas en algún lugar disfrutando de la misma luna que a los dos nos vigila. 

Quiero que desaparezcás de mi vida para siempre y pensés que yo nunca existí, que yo no nunca me morí por vos y que nunca en la vida te dije que tu sonrisa era la más linda. Quiero que pensés que fui un fantasma.

¿Sabés qué es lo que me pasa? Que tiendo a buscar personas muy tristes y muy dañadas para tratar, de alguna manera utópica, sanar todas sus heridas que el pasado les dejó, tal cual tatuaje de quince años. Lo que sucede con esto, es que nunca lo logro, porque terminan consumiéndome poco a poco hasta  dejarme vacía porque sufro de apego extremo ¿Te conté que sueño con vos? 

Te busqué a vos porque me parecías una persona con un corazón triste y  restaurarlo me parecía hermoso, igual y obvio no lo logré. No querías ayuda y yo en el fondo no estaba dispuesta a ayudarte, en cierta parte quería que vos me ayudaras a mí.

Todavía me duele un poco, te escribo en un par de semanas para que veás cómo va la cosa.