31 octubre 2015

Lloré en un cine de 1976

Me parece que ya estoy lista para escribir sobre vos. Sobre vos y la nostalgia que me dejó el invierno  allá en el sur.

Yo soy parte de ese mes tuyo, soy parte de esos pasos que di por toda tu casa, de sentarme en tu desayunador y comerme la mitad de la choco torta de la que tanto me hablabas cuando yo estaba acá y vos allá. Soy parte de la calma de la sala, de los cuadros que vi en el comedor, del té que tomamos en tu cuarto y el "playlist" que hice sonar por una hora seguida mientras hablábamos del futuro, de la primavera, un poco del barrio, de la historia que antecede a esos mini celos por ex novios y ex novias.

Fui parte de esos días donde caminamos por avenidas, corriendo para que el semáforo no cambiara y el frío de la noche no traspasara nuestros abrigos que tan lindo combinaban. ¿De la pizza a media noche? De esa también fui parte y de las galletitas de limón con agua tónica.

Me acuerdo ser parte de viajar 15 minutos de pie, vos abrazándome a mí, porque como sabés, me cuesta mucho demostrar afecto en público, más con tanta gente viéndonos reir como dos tontos que no sabe dónde están parados.

Fui parte de tus aceras, de caminar con lluvia para visitarte, de encontrarnos fuera de mi apartamento y darnos un beso largo.

Nunca conocí a tu gato, no fuimos a la playa, tampoco conocí a tus amigos, nunca salimos por la noche, a algún bar o fiesta de esas de las que siempre me contabas. Nunca viste un partido conmigo, ni me ponías atención cuando te intentaba explicar la tabla de posiciones, jamás hablamos de política, ni sobre lo difícil que era para mí encontrarme en el mundo, saber qué quería.

No discutimos estando allá, pero sí cuando la distancia era más grande que el espacio que dejabas en el centro cuando nos quedábamos dormidos. Peleábamos mucho, me culpabas de todo, te culpaba de todo. Éramos dos jóvenes que no tenían idea de cómo amar a distancia, porque a distancia no se ama cuando no hay interés mutuo por hacer que la cosa funcione, no sé si me entendés, pero por ahí va lo que quiero decirte.

Te mandé dos mensajes después de que decidimos no hablarnos más, bueno en realidad yo lo decidí antes de siquiera consultarlo con vos, pero como yo sabía que no iba a tener respuesta positiva, bueno nada, lo decidí yo. Uno de ellos era reclamando tu atención y el último era en el que te pedía perdón por quererte tanto y no saber qué hacer con tanto amor, así que decidí tirarlo por la borda y esperar que el tiempo haga su trabajo y me ayude a olvidarme de los miles de detalles que sé que los dos veíamos pero ignorábamos para no hacerlos un recordatorio constante.

A veces te extraño mucho, a veces no tanto porque recuerdo que el tiempo funciona mejor cuando se lo dejamos todo a él, cuando no te busco cinco veces al día a ver si aún me querés. ¿Qué habrás comido hoy?  ¿ Pensás en mí? Si no pensás en mí, no te culpo, ni yo pienso en mí cuando vos invadís mi cabeza una y otra vez.

Aunque encontrés un lugar muy lejos de los dos, ahí vas a sentir un vacío en el corazón, te vas a acordar de mí. 

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